Lorenzo Spreafico, estudiante de la Universidad de Leeds, ha diseñado una prótesis low-cost impresa en 3D con retroalimentación vibrotáctil, que permite a los amputados sentir cuando tocan algo. Este tipo de dispositivo suele ser muy costoso, pero la fabricación aditiva podría disminuir el precio sin reducir la efectividad del dispositivo protésico. Por el momento, Lorenzo Spreafico ha diseñado y evaluado un prototipo llamado T1, por poco menos de 3.500 €.
Las prótesis impresas en 3D a menudo están hechas de plástico y siguen siendo bastante simples; el objetivo principal es ayudar a los pacientes en su vida diaria ofreciéndoles un dispositivo personalizado con el que se sientan cómodos. Algunos dispositivos protésicos integran la electrónica para ofrecer otras funcionalidades más avanzadas. El estudiante de Leeds quería agregar funcionalidad a su brazo protésico impreso en 3D, explica: “Hay una gran brecha en el desarrollo de prótesis. Aunque estamos desarrollando tecnología extremadamente avanzada para simular el movimiento y la destreza, hay mucho menos trabajo realizado cuando se trata de simular la sensibilidad al tacto humano”.
LA VERSIÓN FINAL DEL BRAZO PROTÉSICO IMPRESO EN 3D
No se sabe qué impresora 3D usó Lorenzo para diseñar la prótesis T1, pero es probable que la tecnología sea de modelado por deposición fundida. Explica que integró sensores de presión en la punta de los dedos, cada uno conectado a motores de disco vibratorio ubicados en el muñón para advertir al usuario de la fuerza que están aplicando a un objeto. Este proceso de simulación de presión mantendría el coste del dispositivo mucho más bajo que otros dispositivos protésicos mioeléctricos.
El usuario puede ajustar las vibraciones del T1 con solo tocar un botón y también puede desactivar esta función por completo. Se pueden seleccionar tres modos de agarre: mano abierta, pellizco o precisión. Al integrar esta retroalimentación táctil, el riesgo de rechazo del brazo protésico debería disminuir ya que aumenta la propiocepción (sensación de auto-movimiento y posición del cuerpo). Lorenzo concluye: «La falta de retroalimentación táctil en los brazos protésicos crea una experiencia de usuario extremadamente poco realista. Reduce la precisión en el movimiento y el control del agarre, lo que dificulta que los usuarios realicen acciones delicadas con precisión, y hace que sea más difícil adaptar la fuerza de agarre a las diferentes actividades».
Lorenzo dice que el producto final podría costar menos de 3,500€, una solución asequible para las personas necesitadas, especialmente cuando se tiene en cuenta el precio de otros dispositivos protésicos fabricados mediante procesos más tradicionales. Es fácil imaginar que el usuario también podrá personalizar esto de acuerdo a sus gustos, dando una nueva perspectiva sobre la discapacidad.
Fuente: 3D Natives, Dezeen
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