El maker no es solo la definición de una persona. El maker en sí mismo es una filosofía de vida. Es una forma de hacer las cosas y de mirar el mundo. El maker es una cultura: un modelo para la tecnología, los robots y las actividades de fabricación.
"Hágalo usted mismo" es adecuado para necesidades reales y soluciones prácticas.
Conoce a algunas personas que han cambia su vida con la Impresión 3D.
DE TÉCNICO DE TRASPORTE A IMPRIMIR RECUERDOS PARA COMUNIDADES
Después de 16 años trabajando en urgencias como técnico de transporte sanitario, el almeriense Miguel Ángel Salmerón, también conocido como The Maker 3DP en YouTube, se gana la vida imprimiendo objetos en 3D.
Miguel Ángel Salmerón
Salmerón cuenta a Xataka que hace ocho años conoció los vídeos de Juan González Gómez u Obijuan, una autoridad en la impresión 3D con código abierto. “Me estalló la cabeza”, recuerda. “Como me gustó y, la verdad, la construcción de máquinas se me da bien, me hice una máquina grande”. En un principio lo compaginó con su otro trabajo, aunque desde hace dos años se dedica en exclusiva a lo que llama “mi verdadera vocación”, en un taller que tiene instalado en casa.
En la actualidad, suma los ingresos por impresión con el arreglo de impresoras para empresas y particulares, el mantenimiento de granjas de estos aparatos y los beneficios de YouTube y Patreon, donde asesora a mecenas. Asegura que el cuarenta o el cincuenta por ciento de los trabajos que le salen es por su presencia en redes sociales. Tras pagar impuestos, tiene unos ingresos medios “limpios” de entre 1500 y 1600 euros al mes.
El tipo de objetos que produce ha cambiado a lo largo del tiempo: antes todo era prototipado industrial; hoy, “estamos imprimiendo para todo”, incluso recuerdos para comuniones: es en tiradas cortas y personalizables donde estas máquinas resultan más competitivas, según Salmerón.
INGENIERO DE DÍA, WEB PERSONAL DE TARDE
Este ingeniero de 27 años entró en el mundo de la IMpresión 3D hace más de 5 años, cuando terminó la facultad y florecía el movimiento de impresoras abiertas de Obijuan. “Me puse a diseñar una impresora libre y la publiqué para que todo el mundo la pudiera construir”. “Yo, a su vez, la empecé a vender”.
En 2017 lanzó Bitfab, su servicio de impresión 3D, que compagina con su labor matutina en el equipo de impresión médica del hospital Gregorio Marañón de Madrid. En este centro hay varias máquinas, de las que Trapero es el ingeniero técnico. En ese particular laboratorio se han imprimido partes del cuerpo humano como aortas y otras piezas que los cirujanos necesitan en el quirófano.
Llaveros creados por Bitfab
“Mis tardes se dedican a la web”, buscando nuevos mercados (como el corte láser) y contactando con proveedores. Una página como la suya “puede generar 100 o 200 presupuestos de cliente en un mes”, explica. Ese trabajo se materializa “en el nivel bajo de las cuatro cifras de facturación”. Además, en su canal de YouTube comparte vídeos sobre modelado y prototipos.
SEBAS SUCHO Y ANA MAESTRE
Llaveros, marcos inspirados en ‘Friends’ o pasadores son algunos de los objetos que se pueden comprar en sugarpop!, la tienda online que desde hace dos años gestiona la pareja formada por Sebas Sucho y Ana Maestre. Sucho se compró su primera impresora y empezó a aprender. “Un día, Ana me pidió un llavero con forma de motel de los años 60. Me puse a investigar y a los cuatro meses o así ya conseguí un prototipo bueno”
Sucho trabaja al cien por cien en sugarpop! y Maestre lo compagina con otro trabajo. Al principio, los productos no eran personalizables, pero poco a poco este madrileño optimizó el proceso de producción para dar ese servicio. Hoy, triunfan sus llaveros estilo motel estadounidense como los que pedía Maestre y otros customizados para empresas.
“En el mejor de los casos” Sucho puede hacer con sus cuatro máquinas entre 1000 y 1500 llaveros mensuales para tiendas, eventos o empresas. Como Salmerón, destaca que una de las ventajas de la impresión 3D es que hace “tiradas muy cortas” para sus clientes que resultan rentables. En un mes bueno puede ganar más de 1000 euros.
SINTESIS
Ellos dan consejos a otras personas que quieran vivir de filamentos y prototipos. “Fuerza” al principio, dice Salmerón. “Cuesta un poquito, pero se puede vivir de ello. También te digo que todavía no se ha dado la verdadera explosión”, que, en su opinión, llegará cuando podamos escanear objetos desde el móvil y replicarlos. También recomienda contar con “un buen comercial” cuando se empieza o moverse para ofrecer servicios a posibles clientes.
“Es un sector que tiene una barrera de entrada muy pequeña. Cualquier persona con impresora puede dedicarse a vender”, explica Trapero. “La gente que sobrevive es la que vende servicios a profesionales”, tanto máquinas como objetos, “porque las necesidades de particulares las cubre gente que tiene una impresora en su casa, que te pide un favor, que pone sus impresiones en Wallapop…”.
Por su parte, Sucho recomienda no comprar la impresora más barata, sino una con la que aprender cómo funciona este mundo y con la que el usuario no se deje el dinero en recambios. “Métete en los foros y aprende”, resume.
En los tres ejemplos coincide algo muy importante: la formación como motor para el éxito. Su ejemplo resulta inspirador para aquellas personas que crean, como Salmerón, que su vocación se encuentra con los filamentos.
Fuente: Xataka
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